jueves, 5 de enero de 2012

Haz realidad tus propósitos de año nuevo



“Cualquier persona puede lograr lo que se proponga.”
Fíjate que digo lo que se proponga y no, lo que desee. Existe una diferencia entre desear y proponerse algo.
El deseo es de naturaleza emocional. Consiste en aspirar o anhelar con pasión el beneficio o disfrute de algo. Sin llevar a cabo ninguna acción, sólo esperando que las cosas sucedan o dejen de suceder.
Por el contrario, el propósito, conlleva la implicación activa de la persona que dirige su ánimo e intención a la realización de las acciones oportunas para el logro del objeto pretendido.
Pero, ¿qué sucede con aquellas personas que se proponen cosas y se esfuerzan una y otra vez por conseguirlas sin éxito?
Muchas veces no es suficiente con pretenderlo y ponerse en acción. El éxito en el logro de los objetivos depende de ciertos factores psicológicos que se deben tener en consideración. Estos son algunos de los que pueden intervenir:
·         Tenerlo claro.
·         La forma de pensar.
·         Tolerancia al error.
·         Flexibilidad.
·         Imaginación.
·         Sensación.

§  Tenerlo claro. Por lo general, si le preguntas a alguien ¿qué quieres? Es fácil que te responda ¿no lo sé? La mayoría de personas no tienen claro lo que quieren en la vida. Y los que se hacen una idea, la tienen bastante ambigua, abstracta o inespecífica. En estas condiciones es muy difícil lograr los propósitos. Si la dirección no está clara las acciones serán imprecisas y por lo tanto con facilidad pueden resultar erróneas. No es lo mismo querer cambiar de domicilio que decidir comprarse una casa en una playa de Samaná-República Dominicana.
§  La forma de pensar. Disponemos de dos estrategias básicas de pensamiento. Estas formas elementales que utilizamos comúnmente para enfrentarnos a los problemas y consecución de objetivos son: evitar lo negativo (sufrimiento) y buscar lo positivo (placer). El que se esfuerza denodadamente y hace lo necesario por alcanzar sus metas sólo piensa en lo bueno que va a obtener cuando lo consiga, está utilizando la opción de buscar lo positivo. Estas personas mantienen una actitud activa, dinámica y motivada. Sin embargo, si se opera en evitación del sufrimiento la actitud suele ser pasiva, apática, negligente y de desgana. Son las personas que se proponen algo y a la menor dificultad lo abandonan porque el esfuerzo que deben realizar les puede llegar a suponer un sacrificio casi doloroso. Generalmente, las personas se especializan en una de las dos y la usan en detrimento de la otra. Lo ideal es poder optar deliberada y conscientemente por una u otra según convenga ya que ambas se encuentran en todos nosotros.
§  Tolerancia al error. Es bastante frecuente que después de n intentos se arroje la toalla y abandone todo empeño decidiendo que se ha fracasado. La experiencia de fracaso puede llegar a producir en la persona un bloqueo insuperable. Colocarse la etiqueta “he fracasado” puede llegar a ser bastante peligroso. Implica cerrar las puertas a un aprendizaje e inculcarse limitaciones mentales. El fracaso no existe. Sólo existen resultados diferentes a los esperados. Mientras sigas probando a hacer algo diferente, seguirás obteniendo nuevos resultados. Independientemente de si son los que te conducen a donde quieres o no. Por lo tanto si compruebas que algo no funciona, ¡cambia! Y haz otra cosa diferente. Si haces lo mismo una y otra vez, con seguridad obtendrás el mismo resultado. Esto puede llevarte a creer que no es posible. Comprender esta idea te puede ayudar a comprender y afrontar con serenidad los errores. Cada error que se comete acorta el camino para el logro de objetivos futuros, ya que se aprende lo que no hay que hacer.
§  Flexibilidad. Cuando nos proponemos conseguir algo mantendremos una actitud de atención permanente para chequear si nos estamos aproximando a la meta o no. Si nos damos cuenta de que no vamos por el camino correcto porque no se está produciendo cambio alguno necesitaremos flexibilizarnos para realizar las acciones que nos reconduzcan a nuestro fin. Puede resultar muy útil, cuando se quiere algo, pensar en los posibles problemas que puedan surgir durante el proceso y cómo se resolverán.
§  Imaginación. La imaginación es más poderosa que la razón.” Esto es así porque las imágenes se transmiten directamente a la mente subconsciente. Si mantenemos en la mente la imagen de lo que queremos lograr es como si le estuviésemos dando la orden a nuestra mente de que actúe en esa dirección. Y lo va a hacer. Enviando las señales a través del sistema nervioso. Haz la prueba, cierra los ojos y trae a tu mente la imagen de un primer plano de tu plato preferido. Vuelve a cerrar los ojos e imagina una escena de sexo. Qué sucede en tu cuerpo. Lo que imaginamos tiende a hacerse realidad.
§  Sensación. Permítete experimentar y sentir la emoción de placer que te proporciona imaginar que logras lo que pretendes y todos los efectos positivos que te traerá. Te proporcionará la energía y empuje necesarios para superar cualquier dificultad.

En resumen:
1-      Escribe lo que quieres específicamente con el menor número de palabras posible.
2-      Piensa en todos los beneficios, ganancias y placer que obtendrás cuando lo tengas.
3-      Si algo no funciona cambia y haz algo distinto.
4-      Comprueba si te acercas o alejas.
5-      Mantén constantemente la imagen mental de ti mismo teniendo lo que quieres.
6-      Siente la emoción de placer.